Economía
Toyota profundiza su ajuste: tras el parate de 17 días, se viene una nueva ola de despidos en la planta de Zárate
Mientras el Gobierno de Javier Milei promueve la importación de vehículos como parte de su apertura comercial, crecen los despidos en una de las automotrices más importantes del país. El gremio SMATA denuncia persecución sindical y anticipa que la situación podría empeorar.

La situación laboral en la planta de Toyota Argentina en Zárate atraviesa un momento crítico. Tras un parate de producción de 17 días, desde el Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA) advierten que se avecina una nueva y masiva ola de despidos. Las alarmas se encendieron con fuerza: los operarios temen por sus puestos de trabajo en un clima de creciente persecución gremial y desarticulación de la representación sindical dentro de la fábrica.
Según denuncias del propio SMATA, de los 70 delegados gremiales que representaban a los trabajadores en la planta, hoy solo quedan 7, quienes además “casi nunca están disponibles”. Los despidos habrían comenzado por los delegados sindicales y se extendieron a empleados con vínculos con el movimiento gremial, en lo que algunos trabajadores ya definen como un “proceso de desindicalización”. Las cesantías se suman a retiros voluntarios, despidos hormiga y salidas “acordadas” de personal jerárquico o fuera de convenio.
Desde la asunción de Javier Milei en la Presidencia, la planta de Toyota habría perdido más de 700 puestos de trabajo, según estimaciones de los propios empleados. Todo esto ocurre en paralelo a la inminente resolución que prepara el Gobierno para liberar la importación de autos 0 km y usados, medida que impactará de lleno en el mercado local y pondrá aún más presión sobre la industria automotriz nacional.
El avance de una política de “apertura” a costa del empleo nacional
El ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, confirmó que el Ejecutivo avanzará con una normativa para simplificar la importación de vehículos nuevos y usados. La nueva disposición eliminará la necesidad de la Licencia de Configuración de Modelo (LCM), un paso clave que hasta ahora era obligatorio para homologar los autos importados.
“Si en Estados Unidos anda y en Europa también, vamos a presumir que acá va a funcionar igual”, explicó Sturzenegger. De aprobarse esta medida, los únicos requisitos para circular con un auto importado serían pasar la Verificación Técnica Vehicular (VTV), incluso si el vehículo presenta características que no se ajustan a las normas locales, como el volante en el lado derecho.
El ministro también adelantó que el Gobierno evaluará habilitar la importación de vehículos usados bajo condiciones “bastante más amplias que las actuales”, incluyendo modelos destinados a sectores productivos como el energético o minero. De hecho, aseguró que con esta flexibilización, empresas del rubro minero podrían reducir sus costos logísticos hasta en un 40%.
Toyota en retroceso mientras apunta al mercado externo
Mientras en Argentina recorta personal y desarticula la presencia sindical, Toyota continúa con su estrategia de expansión en el exterior, especialmente en el mercado de autos eléctricos para competir con las automotrices chinas. Esta aparente contradicción evidencia un modelo de negocios que prioriza el beneficio corporativo por encima del desarrollo industrial local y el sostenimiento del empleo.
El escenario resulta aún más alarmante si se observa el contexto general del país: según datos oficiales, la gestión de Javier Milei acumula casi 200.000 empleos registrados menos en solo 16 meses, lo que pone en evidencia un marcado retroceso en materia laboral. A esto se suma el congelamiento de la actividad industrial y la caída del poder adquisitivo de los trabajadores, cada vez más vulnerables ante políticas de ajuste estructural.
Persecución gremial y temor en la fábrica
Desde el gremio SMATA denuncian que los despidos en Toyota no responden únicamente a razones económicas o productivas, sino que forman parte de una estrategia deliberada para eliminar cualquier vestigio de organización sindical dentro de la planta. “Primero despidieron a los delegados gremiales, luego a colaboradores de la mesa del Movimiento, y ahora están investigando si los empleados tienen conexiones con exdelegados”, relatan los trabajadores.
El miedo se ha instalado entre los operarios, que conviven con la incertidumbre de ser los próximos en la lista. “Es como si estuviéramos marcados por participar”, asegura uno de los empleados que prefirió no dar su nombre por temor a represalias.
La virtual ruptura del vínculo entre Toyota y SMATA deja a cientos de trabajadores sin representación, justo cuando se necesita mayor protección ante un clima de precarización creciente. La desprotección gremial se combina con un Gobierno que alienta la apertura indiscriminada de importaciones, afectando a la industria nacional y consolidando un modelo económico cada vez más excluyente.
La importación como solución mágica: ¿para quién?
La iniciativa de Sturzenegger se presenta bajo el lema de “pensar en la gente”, pero la realidad muestra que sus consecuencias beneficiarán a unos pocos y perjudicarán a la mayoría. Lejos de fortalecer el aparato productivo argentino, la libre importación de vehículos amenaza con profundizar la crisis de empleo en el sector automotor y generar una competencia desleal que podría extenderse a otras ramas industriales.
El supuesto “beneficio” para el consumidor se vuelve relativo cuando se observa el impacto macroeconómico: caída del empleo, aumento de la desindustrialización, pérdida de soberanía tecnológica y mayor dependencia del exterior. El relato oficial de la “libertad económica” esconde una receta neoliberal ya conocida y aplicada en el pasado con resultados devastadores.
La situación en Toyota refleja el drama de muchos trabajadores argentinos que ven cómo se desmoronan sus derechos laborales en nombre de una supuesta modernización del Estado. Mientras el Gobierno celebra medidas que favorecen a importadores y grandes empresas, en las fábricas crece el miedo, la incertidumbre y el desempleo.
El modelo de apertura y desregulación que impulsa Milei encuentra en Toyota un caso emblemático de sus efectos concretos: desguace sindical, despidos masivos y abandono de cualquier compromiso con la industria nacional. Frente a este panorama, el silencio estatal ante las denuncias de persecución gremial y la pasividad institucional marcan el rumbo de un país que parece retroceder décadas en materia de derechos laborales.
Miércoles, 18 de junio de 2025