RIO 2016
El fútbol, a la hora de vivir una experiencia inédita
Juegos Olímpicos
La Selección del Vasco Olarticoechea se está habituando a vivir en la Villa Olímpica, sin los lujos de sus clubes. Un alojamiento sin privilegios de ningún tipo
Ni los mundiales, ni levantar la Champions ni ir a Japón para jugar el Mundial de Clubes, lo que más le impactó a Javier Mascherano en toda su carrera fue haber sentido la experiencia de vivir en la Villa Olímpica. Así lo cuenta en el prólogo de su biografía en la que relata al detalle la sensación de ser igual al resto y a su vez el contraste con la rutina diaria de un futbolista de elite.
En esa transición está ahora la Selección del Vasco Olarticoechea, instalada en el segundo edificio del enorme predio ubicado en Barra de Tijuca. El impacto inicial quedó retratado en el teléfono celular de Gerónimo Rulli con una selfie desde el balcón de la habitación junto a Lautaro Gianetti, Mauricio Martínez, Giovani Lo Celso y Lucas Romero. “Argentina, presente en la Villa Olímpica”, publicó la cuenta oficial de los Juegos en Twitter.
Acá no hay privilegios. El comedor común es una especie de T.E.G. gigante en el que los representantes de cada país van encontrando su ubicación alrededor de las mesas y Angelito Correa puede desayunar pegado a una atleta de Cuba o de Antigua y Barbuda. El físico de cada deportista invita a deducir a qué disciplina se dedican sin acudir al atajo de mirar la acreditación. Los que menos dudas en este punto dejan son los rugbiers o los basquetbolistas.
Al llegar a la Villa un integrante del cuerpo técnico argentino reunió a los jugadores y les dijo, mitad como consejo y mitad como advertencia: “yo sé que ustedes son profesionales y son muy exitosos en sus clubes, pero tienen que saber que esto es un evento amateur. Si lo entienden, si se adaptan y se acuerdan de lo que eran en inferiores, la van a pasar muy bien”.
A eso apuntan el Vasco Olarticoechea y compañía para un grupo de jugadores que se va conociendo y que va creciendo a los golpes, luego de los interminables problemas organizativos que sufrieron en Buenos Aires y de la noche de pesadilla vivida en Puebla, cuando llegaron al hotel y se dieron cuenta de que les habían robado.
Con Lucas Romero como maestro de ceremonia. El ex hombre de Vélez, local en Brasil ya que juega en el Cruzeiro y conocido por todos como “El Perro”, fue el primero en animarse a tener contacto con otros atletas argentinos. En pleno comedor, se levantó y empezó a saludar a uno por uno. El boxeador Yamil Peralta fue su aliado. Y también hubo varias fotos con Los Leones, el equipo masculino de hockey. El problema aparece cuando hay que superar la barrera del idioma y, por el momento, ninguno de los jugadores de la Selección se animó al cruce internacional.
El plantel está alojado en un piso completo de la segunda torre de la Villa. Desde allí cuelgan dos banderas argentinas y allí compartirán el lugar con Los Pumas, que llegan el miércoles a Río de Janeiro. En un sector se alojan los jugadores, el cuerpo médico y el entrenador de arqueros, Gustavo Piñero; y en el otro está el Vasco Olarticoechea, su ayudante de campo y preparador físico, Pablo Calderón, y el resto de los auxiliares. Las habitaciones son pequeñas y austeras, con tres jugadores en cada una. Cuentan que algunas ni siquiera tienen un mueble como para apoyar la valija o dejar una computadora.
A la hora de comer tampoco hay mozos que alcancen los platos a la mesa como ocurre en los restaurantes o en los lugares de concentración en los que suelen estar: cada jugador agarra su bandeja y va seleccionando el menú a medida que recorre el salón. En los tiempos libre, hasta ahora hubo escasa salida al exterior y prevaleció el estilo argentino, con campeonatos de truco y de playstation y cumbia en las habitaciones. Los ganadores de cada torneo interno repiten el ritual de dar una vuelta olímpica para festejar.
La Selección ya se puso en marcha en Río. Empieza a caminar la Villa Olímpica y a codearse con los mejores. El jueves comenzará a rodar la pelota para una Selección que crece a la fuerza. Sin los lujos de un hotel cinco estrellas como están acostumbrados, sin la comodidad de una concentración exclusiva para ellos, pero con la sensación de estar viviendo una experiencia diferente, única. Como bien dice Mascherano.
Lunes, 1 de agosto de 2016
