POR ROBERTO CAPARA
Carlos Layoy no salta, ahora vuela
(Domingo, 16 de Mayo) Carlos Layoy, de él se trata, lo está logrando cada vez con más naturalidad. Se atrevió a dejar su Libres de origen para recorrer cuantas pistas de atletismo pueda visitar. Es más, también acostumbrado a saltar “en alto” -vaya aclaración sobre el tema específico- trascendió las fronteras de su país. Hace pocas horas volvió a consagrarse campeón nacional al superar la varilla que lo esperaba a 2,10 metros del suelo santafesino.

Cuando escuelero, en su Paso de los Libres natal, comenzó a saltar cada vez más alto que otros compañeros. Las varillas horizontales dejaron de ser un obstáculo para él. Sólo debía superarlas por arriba. Se le hizo una cuestión común, fácil, como si hubiese nacido saltando. Para nada le resulta incómodo saltar dos metros o más luego de una carrera para tomar el impulso que le permita pasar por encima de la varilla crucial.
Carlos Layoy, de él se trata, lo está logrando cada vez con más naturalidad. Se atrevió a dejar su Libres de origen para recorrer cuantas pistas de atletismo pueda visitar. Es más, también acostumbrado a saltar “en alto” -vaya aclaración sobre el tema específico- trascendió las fronteras de su país. Hace pocas horas volvió a consagrarse campeón nacional al superar la varilla que lo esperaba a 2,10 metros del suelo santafesino.
Encaró, tomó carrera y “allá voy”. Saltó y sin tocarla cayó sobre la colchoneta amortiguadora de la rauda caída, mientras observaba que su “rival” seguía inmóvil en el desafiante soporte.
Hoy es una de las figuras del atletismo nacional que desanda los pasillos del Centro Nacional de Alto Rendimiento (Cenard) en la metrópoli de nuestro país.
Esta vez ganó pero no se pudo vencer. Layoy ostenta un record de 2,24 metros, ubicándose esta vez a dos centímetros de la plusmarca nacional.
Sus aptitudes ya lo llevaron a un mundial como el que se desarrolló en el 2012 en Canadá, clasificándose para la final. En su curriculum figura el éxito en el Gran Premio Hugo La Nasa que se disputó en el Cenard.
Fue en Mar del Plata donde alcanzó a estampar una marca de 2,24 metros y un centímetro menos en el Cenard casi al mismo tiempo.
Como todo deportista aficionado y con esta carta de presentación que ostenta más escalones, requiere un mayor apoyo económico para seguir intentando superar esas varillas celosas que caen ante cualquier roce debido a un salto insuficiente.
Este joven libreño pertenece a una “raza” poco común. El atletismo, madre de los deportes, no tiene en nuestro país la repercusión necesaria, aun cuando de tanto en tanto surgieron a lo largo de la historia atletas destacados en diferentes especialidades. El maratonista Osvaldo Suárez, uno de ellos, en otros tiempos.
Hay otros jóvenes que también compiten a nivel nacional, en ambos sexos, surgidos de las actividades escolares, fuentes naturales para este tipo de actividad que requiere, eso sí, mayor atención.
Esta vez en Santa Fe también compitió en otras especialidades Alejandro Alvarez Carbonell en 800 metros llano.
Siempre surge alguien. En deportes chicos o “raros”, como los calificaba mi profesor, el catalán Máximo Gilabert Molines, de tanto en tanto brindan esperadas alegrías propias y ajenas.
Carlos Layoy desde hace un lustro que viene elevándose. Su vida deportiva transcurre a más de dos metros del suelo, como si fuese normal.
Veinteañero, tiene más para dar. A eso está dedicado. Convertido en su pasión el atletismo, anhela dar más. No está lejos del record nacional.
Con lo hecho ya le alcanzó para varios festejos, esos que a veces resultan poco cuando lo que se ambiciona es estar más arriba. Un poco más, aunque fácil no sea.
Domingo, 16 de junio de 2013