DE LA JUSTICIA AL SENADO…
El Gobierno no quiere ser desautorizado
Imprevistamente algo pasó. Colombi desistió de la vía judicial para pasar al plano parlamentario, donde los números aún lo favorecen. Para el Gobernador, un nuevo revés en el ámbito de la Justicia hubiera sido poco menos que insoportable.

La resistencia del justicialismo a la ofensiva gubernamental puso límites a la discrecionalidad con que -desde el Gobierno- se quiso actuar en desmedro de intendencias que no tienen espaldas para aguantar los embates. El justicialismo apuntaría a hacer pagar a los senadores del oficialismo el costo político de incumplir los acuerdos realizados el año pasado.
Por estas horas, se espera que Colombi normalice las transferencias de los saldos adeudados hasta la vigencia, de lo que será la nueva ley que consagrará lo que el decreto no pudo amparar. Otro tema de suma importancia será la decisión del Senado de avanzar con los acuerdos para la división del Ministerio Público. Con ello se dará cumplimiento a un fallo de la Corte Suprema, mientras que otro de hace dos años sigue sin cumplimentarse, en este caso por la omisión del Superior Tribunal.
PANORAMA PROVINCIAL
Las elecciones en Corrientes para definir el sucesor de Colombi serán recién en tres años. Hay un largo tiempo por delante. Aun así todos piensan en el día después de una gestión que llega a su fin, o quizás de un ciclo en el poder que concluye por la inevitabilidad propia de la dinámica política o la volatilidad del voto siempre dispuesto a seguir la lógica de los cambios que las sociedades buscan.
Antes que nadie piensa Colombi, que en soledad deshoja la margarita de cómo enfrentar el día después. Qué mecanismos son válidos para conservar, desde el llano, cierta influencia en las decisiones del tiempo que se viene. Es una prevención lógica en un hombre que ha sabido del sabor amargo de lo que consideró una traición de manos de su primo Arturo.
De estas situaciones está llena la política. Se ha vivido en Corrientes entre Tato y Pocho, y en otras provincias donde no es una excepción lo que hoy pasa en la traumática relación entre Coqui y su Vicegobernador. Insfrán con Joga, Rovira con Puerta, Urribarri con Busti, sin dejar de recordar el lamento perpetuo de Duhalde por haber entregado la posta a Néstor Kirchner.
Colombi es por esencia un hombre desconfiado. Difícil, considerado en el paño político un incumplidor serial contra el que despotrican no sólo radicales y aliados que se ven defraudados en el cumplimiento de los compromisos, sino también opositores que cada vez que negociaron algo a la postre terminaron con reclamaciones de toda naturaleza.
El último caso fue el del 1 por ciento extra para los municipios. Un largo y trabajoso marco de entendimiento logrado entre senadores oficialistas y opositores fue plasmado en parte en textos legales y en parte fueron acuerdos verbales.
De hecho que las cosas no se hicieron bien en el justicialismo. No hubo un debate previo en el marco institucional partidario para coordinar una acción común con los legisladores que hubiera acotado la posibilidad de error, dándole transparencia a los acuerdos logrados, y sobre todo reaseguros propios de la importancia de las concesiones realizadas.
Antes se seguir en este ya trajinado tema del punto extra, debe decirse que miran también el tiempo que se viene los radicales, y fundamentalmente quienes esperar en ser beneficiarios del dedo del actual Gobernador para ser catapultados como candidatos de la UCR en la alianza gobernante. Esperan también los aliados que deshojan la margarita consciente de que la mayoría de ellos, sino todos tienen facturas pendientes, reclamos por acuerdos incumplidos y el malestar por el ninguneo al que muchos de ellos han sido sometidos a lo largo del tiempo.
Y, como no podría ser de otro modo, espera expectante el justicialismo que aun sin redefinir su rumbo ni quiénes tomarán la posta, presiente que se está en el punto de inflexión de un ciclo que se termina y otro que empieza, lo cual otorga a la coyuntura que se viene el condimento de que en juego hay un pozo mayor: la posibilidad cierta de que después de más de cuatro décadas el peronismo vuelva al gobierno por el voto popular.
Colombi más que nadie es consciente del tiempo que llega a su fin. Cuando concluya su mandato será ya un hombre de 60 años, con más de 30 de exposición pública en funciones políticas. No quiere equivocarse, y prueba inequívoca de ello es la inusual demora en cubrir la vacante dejada por Carlos Rubín en la Corte provincial. Varias veces anunció la inminencia del envió del pliego. No cumplió, sin duda porque no encuentra el agujero al mate en una decisión de por sí importante por los dolores de cabeza que la Justicia que él mismo ha moldeado en los últimos años le ha dado.
No son decisiones fáciles, quizás porque muchas veces se espere de los jueces cosas que chocan contra la lógica y los colocan en la necesidad de decir que "no" para mantener cierto decoro. El Superior Tribunal ha fallado en los últimos meses en sentido inverso al pretendido por el oficialismo. El caso de la re-re de los intendentes, el caso de la división del Ministerio Público, el caso de la asunción del Intendente de Mercedes. Fueron todas decisiones que no cayeron bien en la esquina de Salta y Mayo, donde cada vez que un caso entra a resolución de la Corte provincial se encienden todos los sensores, porque además son conscientes de que tras el Superior está una Corte Suprema que desde siempre ha considerado a Corrientes como la más transgresora de las justicias provinciales.
En este remanido tema del punto extra se tiró demasiado de la cuerda. Se pretendió poner al justicialismo de rodillas, buscando crear un clima de conflicto entre los intendentes, los legisladores y las autoridades partidarias, acaso como queriendo mostrar el ejercicio de un poder que como todo poder reconoce los límites que impone el Estado de Derecho.
El justicialismo se plantó frente a la desordenada ofensiva del Gobierno, llevando la cuestión al plano que menos maneja el oficialismo que es el de la Justicia, con el deliberado propósito de producir en ese ámbito una definición sobre la prevalencia del decreto sobre la Ley o la Ley sobre el decreto.
La estrategia peronista no fue equivocada. Y los jueces llamados a resolver cerraron filas como lo vienen haciendo en los últimos tiempos, conscientes de que la fortaleza de ellos radica en saber mantener, por sobre las diferencias que los separan, el espíritu de cuerpo en decisiones en las que pujan oficialistas y opositores.
Los llamados Tres Mosqueteros, referencia inequívoca de los tiempos que transcurren, parecieron coincidir en que la cuestión no dejaba margen en medio de la exposición pública que había tomado el tema y frente al escarnio social que en otros tiempos soportaron aquellos ministros ligados al Pacto Autonomista Liberal que tuvieron que decir que 171.000 votos eran más que 203.000.
Cierto es que entonces el Pacto ganó la pulseada, pero también lo es que ganando perdió, porque las instituciones provinciales cayeron bajo el rayo de tres intervenciones federales, el Pacto se desgranó y su pretendido sucesor, hijo de acuerdos espurios no logró sostenerse en el tiempo, cayendo en el ’99, primero por una revuelta popular y luego por una nueva Intervención Federal.
En el dilema de seguir para adelante y sufrir un nuevo revés judicial que hubiera tenido un alto costo político en términos de la visualización de la pérdida de poder, el radicalismo de la mano de sus espadachines mayores, Noel Breard y Sergio Flinta imaginaron el cambio de escenario para la lucha, sacándola del campo de la Justicia, donde llevaban las de perder para librarlo en el ámbito parlamentario, donde tienen todas las posibilidades de imponer el número, más allá de que ello suponga borrar con el codo los acuerdos que con la mano suscribieron los mismos senadores que hoy desconocen los consensos alcanzados.
La estrategia saneará la cuestión controvertida. El caso se desjudicializará, porque al haber norma legal con entidad suficiente el tema se tornará abstracto, más allá de que la decisión supone dinamitar la posibilidad -por un tiempo largo- de nuevos acuerdos entre el oficialismo y la oposición.
En este contexto, los llamados halcones del justicialismo han consolidado posiciones en el sentido de que toda negociación con el Gobierno no deja nunca bien parado al peronismo.
La decisión, en su momento, de no formar parte del Comité de Políticas Públicas, y de rehuir de la foto con el Gobernador adquiere en estas circunstancias plena actualidad y quizás contribuya a la redefinición de la estrategias partidarias dentro del propio justicialismo para el tiempo que se viene, donde lo importante pasa por ganar la batalla cultural en la opinión pública con un discurso superador que deje atrás la política de la confrontación permanente y muestre un polo de poder que desde el justicialismo muestre solidez y envergadura para una lucha que no será política, sino en términos de poder de cara a la sucesión de Colombi en 2017.
LOS ALINEAMIENTOS
NACIONALES
Colombi pone huevos en distintas canastas, consciente de que el candidato de Unen no llegará a cotizar en bolsa. Es consciente de que la mayoría de sus correligionarios abrevan en el macrismo, aunque para él es un incordio la influencia determinante que en ese universo tiene el diputado nacional, Oscar Aguad, con quien tiene sus prevenciones desde hace tiempo.
Mira entonces a Scioli y a Massa, porque además apunta a disputar siempre el mercado de sus contendientes provinciales, buscando conflictuar al justicialismo vernáculo.
Una y otra vez se ha hablado de la posibilidad de que el Gobernador de Corrientes forme parte de una de las fórmulas, una variante que no debiera descartarse en un hombre que como Colombi ha mostrado que tiene uno de los atributos del Príncipe que es la suerte.
Si ello se diera, y en política nada debe descartarse, de que Ricardo integre una fórmula primero y gane después, la Provincia quedará en manos de su Vicegobernador, que por estas horas lidia con la promesa incumplida del aumento al Poder Legislativo inexplicablemente demorada más que por él por la falta de respuestas desde el Gobierno provincial, que debe realizar el giro de partidas que dé los créditos presupuestarios necesarios para afrontar el gasto.
La variante Canteros está en el bolillero. Sea para 2015 o para 2017. Es el único correntino que no puede aspirar a un nuevo período, y además le garantiza a Colombi el control dentro de radicalismo con la ventaja de que al no tener legisladores propios, la línea de mandos permitiría que Ricardo no quede tan lejos del control, cuando lo quisiera de la marcha de la administración algo que no le sería tan fácil con ningún radical.
En el marco del peronismo, la opción Massa versus Scioli encierra los límites del peronismo orgánico versus el inorgánico que representa el Intendente de Tigre, que hasta ahora no ha logrado desarrollarse más allá de que ni Scioli, ni Randazzo tampoco lo han hecho por la simple razón de que en este juego de descartes sucesivos resulta fundamental para el justicialismo saber para dónde termina apuntando Colombi, de modo de no compartir cartelera, algo que los peronistas lo tienen en claro luego de las sucesivas experiencias con el menemismo y el kirchnerismo que le han quitado identidad y vocación de poder propias.
La interna del PJ nacional pasa, más allá de la multiplicidad de candidatos, por Scioli o Randazzo. Aun la Presidenta no mueve sus fichas. No otorga bendiciones y alienta a un ramillete de precandidatos a anotarse en una carrera en la que sobresale nítidamente la figura del Gobernador de Buenos Aires, aunque con la limitante que supone la dependencia financiera con el poder central que le quita la necesaria autonomía política que podría darle mayor crédito electoral en sectores del peronismo tradicional y en el voto independiente.
UN RECLAMO QUE
NO PARECE MENOR
Una vez más pisó suelo correntino el doctor Julio Piumato, secretario general del gremio de los judiciales. Volvió a reclamar por la situación de un empelado del Tribunal Oral que fue cesanteado sin sumario previo en un acto de arbitrariedad preocupante. En esta oportunidad respaldó además el reclamo del Sitraj, que viene planteando la gravísima situación que se vive en la Justicia libreña, fundamentalmente con la fiscal Roxana Romero, sin que hasta ahora haya habido respuestas de la cúpula tribunalicia que ve con tanta preocupación la situación de la localidad que ninguno de los ministros pareciera estar dispuesto a ir de inspección, una rutina que se ha dejado de cumplir en la quinta circunscripción.
Lo cierto es que la asociación de los reclamos nacionales con los provinciales, y la sumatoria en el apoyo con delegaciones de otras provincias convirtieron esta última marcha del viernes en un multitudinario y bullicioso acto de protesta que no pasó desapercibido y que muestra el poder de fuego que ha alcanzado el liderazgo de Piumato, un hombre de diálogo y capacidad para anudar acuerdos en la medida en que haya vocación de encontrar vías de solución.
Domingo, 14 de septiembre de 2014