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Jueves 25 de Abril de 2024

LIBERTADORES

River y Boca: ¿Quién se perfila mejor para las semifinales de la Copa?
En la antesala de los cruces entre River-Gremio y Boca-Palmeiras por las semifinales de la Copa Libertadores, asoman distintos perfiles futbolísticos y anímicos que sirven para interpretar las posibilidades de los equipos argentinos y brasileños
¿Quién se perfila mejor para las semifinales de la Copa Libertadores? ¿River o Boca? River se enfrenta este martes, a las 21.45, en el Monumental a Gremio. Boca recibe este miércoles en La Bombonera a Palmeiras, también 21.45. Una semana después se jugarán los dos partidos revancha en Brasil.


Aunque el fútbol no puede anticiparse porque ni los jugadores saben lo que podrán hacer en la cancha, asoman dos lecturas. Una: Gremio, el adversario de River, es un equipo duro que desde el 2016 es conducido por Renato Portaluppi. Otra: Palmeiras, el rival de Boca, es un equipo más light aunque desde el 26 de julio lo dirija un cultor de la disciplina táctica como Luiz Felipe Scolari, quien intenta dotarlo de un perfil más sólido y guerrero.

Esto no significa que Gremio es un equipazo y que Palmeiras es un equipito. Para nada. No van por ahí las diferencias. Van por cierta fortaleza colectiva que denuncia Gremio y cierto rasgo de permeabilidad estructural que revela Palmeiras. Parece, en definitiva, más pesado Gremio en su combinación futbolística y temperamental y quizás más frágil Palmeiras en esa alquimia de juego y presencia anímica que Scolari pretende enriquecer y que hasta el momento ha logrado de manera parcial.

Si proyectamos esos contenidos a River y Boca, el saldo es favorable a River. Porque hoy es más River que Boca. ¿Más en qué? En convicción para abordar partidos decisivos. River viene creciendo sin pausas en este territorio invisible pero real. Respira una mentalidad ganadora que la historia siempre le reclamó en el escenario de las competencias internacionales.

Hace algunas décadas, River, en general, estaba más cerca de claudicar que de confirmar en las instancias a todo o nada. Se escribió sin ninguna anestesia sobre este tema. Esos fantasmas reconocibles que lo persiguieron durante muchos años, este River que lidera Marcelo Gallardo desde agosto de 2014 los terminó demoliendo con una personalidad dominante. Y hasta Boca padeció (en la Copa Sudamericana 2014, Copa Libertadores 2015 y en la Supercopa Argentina 2018) este nuevo clima de época que lo puso de cara a una realidad muy difícil de poder metabolizar sin exponerse a los daños colaterales que promueve una derrota.


Tan difícil que invirtió los biotipos sicológicos de antaño, cuando River parecía proclamarse inferior a Boca en el plano de la garra, el temple y la actitud para lidiar con la épica xeneize. Ahora, esa foto quedó desactualizada. Y es Boca el que prefiere no confrontar de manera directa con River y evitarlo.

En el terreno de un análisis formal, la semifinal River-Gremio se recorta como un duelo de pesos pesados. Un duelo sin favoritos. Sin punto ni banca. Y sin diferencias marcadas que predeterminen ganadores y perdedores. Suele decir ese crudo interpretador del paisaje del fútbol que es el Cholo Simeone que cuando dos equipos expresan equilibrios, todo suele definirse en la resolución de los pequeños detalles, siempre lejanos a las influencias que el ambiente del fútbol le adjudica a los entrenadores.

En la otra semifinal, Boca-Palmeiras, se vislumbra una pequeña luz de ventaja a favor de Boca, aunque en la zona de grupos el equipo paulista venció 2-0 a Boca en La Bombonera y empató de local 1-1. Está claro que a Boca no le sobra nada. Ni funcionamiento ni recursos individuales irresistibles. Su respuesta hace demasiado tiempo que es una incógnita. Pero tiene algo que no puede subestimarse: es su historia copera, aunque no gane la Copa Libertadores desde 2007 cuando Riquelme se erigió como un protagonista casi excluyente de la consagración. Ese vínculo copero que nació en la segunda mitad de los 70 es un estímulo que nadie puede cuantificar, pero que sin dudas existe.

El otro perfil que hay que atender incluye a los árbitros. El peruano Víctor Carrillo dirigirá River-Gremio y el chileno Roberto Tobar conducirá Boca-Palmeiras. Ambos partidos contarán con la asistencia de esa abstracción sospechadísima que es el VAR, que no garantiza absolutamente nada.


Alcanzaría con repasar lo que ocurrió en la victoria de River por 3-1 frente a Independiente en los cuartos de final de la Copa. Si el árbitro brasileño Anderson Daronco fue un desastre, sensible a los intereses de River, el desempeño del VAR fue otro desastre. Igual calificación se ganó el juez uruguayo Andrés Cunha cuando dirigió Cruzeiro-Boca en Belo Horizonte, con el VAR funcionando a la medida de Boca.

Lo deseable es que los árbitros designados para las semifinales no sigan esa línea tan sinuosa como desconcertante. Y que el VAR colabore para desactivar todas las sospechas. Que por otra parte no son pocas.


Lunes, 22 de octubre de 2018
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