ARIEL ACUÑA
“El chamamé es la pintura del correntino, de nuestro amor a la tierra”
"El chamamé es la pintura del correntino, es la pintura de nuestras esencias, es la pintura de nuestros paisajes, la pintura de nuestras emociones, de nuestras esperanzas y de nuestro amor a la tierra", dice el cantor folclórico chamamecero Ariel Acuña.
(Por Facundo Sagardoy para momarandu.com) - Fotos: Luz Morena Strelin
"Para mí en el chamamé hay un antes y un después de este señor al que homenajeamos (por Pocho Roch), dice Acuña sobre el Sosa Cordero y en su voz poco a poco el homenaje se extiende a todos los que aún cultivan desde el cielo su arte chamamecero, en especial, a los padres compositores a los que rinde tributo la Fiesta Nacional, Pocho Roch y Cocomarola.
La cadencia de Acuña se levanta hasta el firmamento y con el baile se acentúa en la inclinación de un enlace y un escobilleo. El Anfiteatro inmenso lo oye repleto, captura en una estrofa tras otra la inmortalidad que emerge de su litoral chamamecero y admira su canto con el respeto que por amor a su obra enmudece hasta el silencio.
Ariel Acuña es oriundo de Paso de los Libres, vivió en la Cruz, a los seis años comenzó a cantar con su padre, Ramón Acuña, y a tocar la guitarra a los ocho. Al pasar los diez creó el Trío Lapachito con Mario Coutinho y Honorio Serpa y se consagró en su suelo, en la cercana localidad del departamento homónimo Santo Tomé.
Formó el dúo “Néstor y Ariel” a los dieciséis, con su hermano en el piano y repertorio internacional y aún adolescente brilló en el Festival Nacional del Folclore en Cosquín. Desde 1980, Acuña es cantante solista, hoy uno de los cantores más inspiradores de Corrientes.
Cantó en el Estadio Luna Park. Formó “Nueva Esencia” también con su hermano Néstor, con José Luis Gutierrez y Carlos Romero y se radicó en Capital Federal. Su voz y sus canciones pronto se volvieron de las más dinámicas en el circuito porteño hasta que junto a Teresa Parodi protagonizó el ascenso del folclore argentino en la obra de excelsos compositores.
Sin abandonar su marca litoraleña ni dejar sin visitar su origen en suelo correntino hace treinta años representa a la Argentina en otros países, Brasil, Estados Unidos y China, entre ellos, recorre los escenarios del país con canciones que su corazón derrama y cosecha premios con su canto chamamecero.
Momarandu.com: Una voz muy potente. El público oyéndolo, enmudece, a cuadras de distancia del Anfiteatro, ante su armonía impecable, tremenda. ¿Cómo hace subir al escenario y cantar todo como lo expresa?
Ariel Acuña: Principalmente uno ama esto. Principalmente, uno siente también una responsabilidad muy grande para con esta música que estamos haciendo. Y son muchos años de estar en esta actividad que uno trata de aprovechar lo mejor posible. Aprovechar lo mejor posible este don que te da Dios de poder comunicar a través del canto las canciones populares, o, de pronto, las cosas que creamos, que componemos. Es toda una vida, de pronto, al servicio de esta música. Uno vive por y para esta música. La trata de llevar a cabo en el escenario y de mostrar todo eso que para uno significa la música chamamecera.
M: Don Eustaquio "Papi" Miño nos decía, entre otras cosas, que hoy hay que prestar mucha atención a los cantores, y mucha atención a lo que dicen, que se necesita una buena línea de cantores. Su presencia en esta 28 Fiesta habrá sido, entonces, bien oída y analizada. ¿Qué repertorio de Chamamé recomienda?
A.A.: El chamamé tiene una gama muy grande estilos, de formas y, de pronto, cada cantante, cada conjunto musical, le da su impronta y se logran resultados interesantes. Hoy por hoy, los jóvenes, los chicos que están incursionando en el chamamé ya son estudiosos, estudian música, se preparan, muchos estudian canto y yo creo, profundamente, en la juventud que se viene para el chamamé, Se vienen chicos muy estudiosos. Yo traje de arreglador musical un chico de veintiún años que vive en Buenos Aires y al que yo confié los arreglos de mis proyectos, y bueno, parece ser que a la gente le gustó. Mi formación hoy estaba teñida de jóvenes y niñas, jovencitas en el coro y mi hija. Todos chicos que están estudiando, con mucho fervor, esta música. En ellos yo confío mucho.
M: Eso se notó. Usted presentó a su hija, en esos minutos en los que en otros segmentos otros grandes como Vitale eligieron un dúo con Ofelia Leiva. ¿Con quién más cantaría?
A. A.: A mí me gustaría seguir esta brecha que ya lleva años con la cual transito prácticamente todos los escenarios más importantes del país. Primero, integrando la primera agrupación que tuvo Teresa Parodi, allá por los años ochenta, cuando ella pega ese gran salto con “Pedro Canoero”, “Apurate José” y todo eso. Años de pisar escenarios cada vez más importantes en el país. Y, después, a mi me tocó hacerlo como solista. Tener algo que todo músico quisiera tener en Cosquín, como el Premio Consagración, que logré en el año noventa y uno. Uno quisiera seguir transitando escenarios como esos o como este, del chamamé. Todos los escenarios que uno pueda. Y si se pudiera, mostrar al mundo nuestra música, por supuesto, representarla de la mejor manera. Sería muy bienvenido para mí y ni hablar de lo que quisiera, para mis hijos. Tengo dos y los dos cantan y yo quisiera que ellos pudiera mostrar sus talentos en los escenarios más grandes.
M: Se anticipa la proximidad de la Declaración de Patrimonio de la Humanidad por UNESCO para el chamamé. ¿Qué siente usted que viene mostrando su arte chamamecero a todo el mundo hace mucho tiempo?
A. A.: Dios quiere que sea así, y esto de hacer que el Chamamé obtenga esa distinción a nivel mundial será increíble porque se meterá en la consideración mundial como una de las músicas más trascendentes de raigambre cultural, de raigambre regional y nacional. Ahí será cuando se haga totalmente internacional y sea considerado por el mundo. Eso es muy importante. Lograr lo que logró el tango, por ejemplo.
M: ¿Qué es el chamamé para usted, Acuña?
A. A.: El chamamé somos los chamameceros. Somos los que amamos esta música. Es nuestra manera de ser, es nuestra idiosincracia. El chamamé es la pintura del correntino, es la pintura de nuestras esencias, es la pintura de nuestros paisajes, la pintura de nuestras emociones, de nuestras esperanzas y de nuestro amor a la tierra. Uno puede decir tantas cosas sobre qué significa el chamamé. Para mí es todo eso y mucho más.
Martes, 23 de enero de 2018
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