Por Marcelo Gantman |
Del Potro cambia los delfines por los tiburones
La derrota de Juan Martín Del Potro en la primera ronda de Miami lo deja frente a un dilema sin solución en el corto plazo. Tendrá que apostar a la paciencia o buscar algún atajo que le permita jugar con un estilo que no es el suyo.
Por las declaraciones que ofreció apenas terminó el partido, su idea es esperar a ganar confianza para pegar el revés. Hacerlo con convicción y sin la sensación permanente de que el dolor lo acompañará en cada impacto.
Eso le llevará tiempo. El drama es que el circuito no tiene compasión (Vasek Pospisil no la tuvo) y eso para Del Potro puede significar un daño colateral. Ser paciente puede derivar en tardar en encontrar el camino del triunfo.
Del Potro lució como un jugador desprotegido frente a Vasek Pospisil. El canadiense, doblista al fin, es un tenista de buen manejo para subir a la red y pudo complicarlo a Delpo en su sector más débil. Los problemas de Del Potro con su revés, en realidad, constituyen el nudo central de esta segunda vuelta del tandilense en el año: juega condicionado. La necesidad de proteger su revés lo llevó a recostarse excesivamente en su derecha. Eso pasó inclusive desde el lado de la igualdad y hasta para jugar la devolución. Quedó en evidencia cuando Pospisil subía a la red y Del Potro lo aguardaba con un revés cortito, sin vida. Es imposible causar daño de ese modo.
Hubo diferencias entre el primer set y el segundo. En el primer parcial, Delpo ganó apenas siete puntos sobre veintinueve con la devolución. Fue sometido a desplazamientos sobre su derecha y Pospisil pudo pasar con claridad la línea del cuerpo del tenista argentino. Del Potro, en ocasiones, se vio desbordado por un jugador que no tiene mucho peso en los tiros.
Con el quiebre inicial en el segundo set, Del Potro tuvo otra consistencia en el partido. Sus virtudes estuvieron a la vista. Sacó bien y pegó la derecha con contundencia. Hasta se permitió algunos cambios de direcciones desde ese estilo violento que hizo temblar estadios. Pero aún frente a un adversario permisivo y "jugable" como Pospisil, es imposible jugar al tenis desde una mitad. Del Potro es un tenista de pelota pesada de derecha y de revés. Es lo que no puede conseguir ahora.
Frustrado su regreso en dobles en Indian Wells por el retiro de su compañero, Marin Cilic, el retorno de Del Potro fue de vara muy alta. El Miami Open es un campeonato de exigencia. No se puede arribar a un Masters 1000 para encontrar buenas sensaciones o bien respuestas a una ausencia prolongada. Se debe llegar con el plan elaborado y las mejores herramientas para ejecutarlo.
Del Potro estuvo lejos de eso en Miami. Su cabeza todavía tiene que luchar con la falta de confianza, dolores en la muñeca y el miedo que envuelve a esa situación de incomodidad. Decidió volver al ruedo ya sin esperar al costado del camino a que los problemas se resuelvan. El uso de su ranking protegido para participar en Miami lo pone ya no a nadar entre delfines, sino entre los tiburones del circuito. Con lo que tenga y como pueda. Su desafío es enorme.
Viernes, 27 de marzo de 2015
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